martes, 2 de enero de 2018

El día que la fábrica de independentistas dejó de producir

Apenas se conoció el recuento del 21-D me sorprendió la reacción casi unánime de la prensa, que describió los resultados como una derrota sin atenuantes para el Gobierno de Rajoy y un fracaso sin paliativos para el constitucionalismo. A diez días de los comicios, y ya con todas las variables estabilizadas y decantadas, no me parece, ni mucho menos, que ese sea el caso.

El 21-D fue en cierta medida un anticlímax. Se esperaba que las elecciones arrojaran un resultado decisivo --ya fuera a favor o en contra de la independencia-- y al final terminaron no decidiendo nada. Sin embargo, creo que de los dos bloques el constitucionalista es el que tiene más aspectos para celebrar. Es cierto que desde este sector se hablaba de una mayoría silenciosa que se vería reflejada en las urnas, y que existía la expectativa de que esos votantes podrían volcar la elección a favor de los partidarios de la legalidad, cosa que no ocurrió. En mi opinión, quien abrigó esa esperanza es porque sencillamente no había hecho las cuentas. Para ello se hubiera necesitado un aumento de la participación a niveles casi imposibles en una democracia con voto optativo, y además se hubiera necesitado que una mayoría abrumadora de esos votos fueran al PP, PSC o Cs. En los resultados finales, los constitucionalistas crecieron (con respecto al 2015) en  189.928 votos, los separatistas en 112.832 y los comunes disminuyeron en 41.253. Con estas cifras es fácil comprobar que los votantes nuevos se inclinaron por el constitucionalismo en un 56,7%. La suposición de que el votante anteriormente abstencionista se opondría mayoritariamente a la secesión era parcialmente cierta, no así la creencia acientífica de que ningún abstencionista pasaría a apoyar al independentismo.

Por otra parte, por más que una vez conocidos los resultados el separatismo ajustara su discurso para cantar victoria, lo cierto es que este sector tenía grandes expectativas puestas en superar el 50% de los votos. Esto expresaba, por ejemplo, la anterior socialista, y ahora independentista rabiosa, Marina Geli:



Así se manifestaba, por su parte, el no menos furibundo separatista Mark Serra:




Por otra parte, el 2 de diciembre Vilaweb informaba:
JxCat, ERC i la CUP es marquen com a objectiu que les tres candidatures independentistes sumin una majoria en vots i escons per reforçar el resultat de l’1-O i enterrar el 155. 
Mientras tanto, El Nacional reportaba así una entrevista a Artur Mas:
El expresident ha dado por hecho que si se consigue el 50% de votos, la hoja de ruta de la independencia se "tiene que mantener".
El motivo de este sueño húmedo secesionista está en parte resumido en el posteo de Mark Serra. Desde hace mucho tiempo campea la creencia de que el Gobierno de España, el Partido Popular y Mariano Rajoy en particular actúan como una virtual fábrica de independentistas, y que con cada uno de sus respectivos actos o declaraciones nace un nuevo separatista en Berga, Mollerussa o aun Santa Coloma de Gramenet. Esta noción intuitiva ha demostrado ser errónea.

Así, las cosas, estamos en condiciones de sostener que los resultados del 21-D, sin ser óptimos para la causa de la legalidad y la Constitución, la han dejado en una situación bastante buena, y mucho mejor de hecho que la que reinaba con anterioridad a esos comicios. Podemos resumir los motivos de nuestro optimismo en los siguientes puntos.


  1. El independentismo pasó del 47,8% de los votos en 2015 al 47,5% en 2017. Es decir que pese a los distintos acontecimientos que supuestamente habrían enardecido a la población (inhabilitación de Mas y Homs, represión del 1-O, encarcelamiento de los Jordis y consellers, exilio de Puigdemont en Bruselas, traslado de las obras de Sijena), la base social del separatismo no se ensanchó ni un milímetro. La nueva trampa al solitario que se están haciendo es que aumentaron en número absoluto, gracias al crecimiento de la participación, y que superaron por primera vez la barrera psicológica de los 2 millones. Pero el nivel de apoyo social se mide en porcentajes, y estos casi no variaron. La fábrica de independentistas, si es que alguna vez existió, definitivamente dejó de producir.
  2. Por el contrario, el constitucionalismo pasó del 39,1% en 2015 al 43,4% en 2017. Esto es, el electorado que se posiciona inequívocamente a favor de la unidad de España crece en lugar de disminuir, y lo hace tanto por la incorporación de votantes anteriormente abstencionistas como a expensas de las fuerzas que adoptan una posición ambigua al respecto (antes CSQEP, ahora CeC). Se sabía que existía un electorado cautivo que votaría independentista pasara lo que pasara. La novedad consiste ahora en haber constatado que existe un voto constitucionalista impermeable a cualquier manipulación, y que en un ejercicio de madurez cívica votará en defensa propia por las fuerzas de ese signo por más que rechace la brutalidad policial del 1-O.
  3. Como resultado de los puntos anteriores, el separatismo ve disminuidas sus opciones respecto al 2015. Al estancarse en porcentaje de votos y bajar de 72 a 70 diputados, no queda con autoridad moral de ir más allá de lo intentado en la anterior legislatura. Ya gastó sin éxito la opción nuclear de la unilateralidad, y con estos nuevos números no está habilitado para reactivarla. Solamente podría volver a transitar esa senda si en estos comicios hubieran traspuesto la frontera del 50% de votos; o si hubieran aumentado significativamente su porcentaje de sufragios; o si, al menos, las opciones constitucionalistas hubieran retrocedido. Nada de ello ocurrió, por lo que la unilateralidad no será una opción en lo que dure esta nueva legislatura.
  4. El nuevo constitucionalismo es mucho más desacomplejado en su defensa de España que los anteriores contingentes de esa tendencia en el Parlament. No es lo mismo 3 diputados hablando castellano y defendiendo al Estado en 2010 que el robusto bloque de 36 diputados que se expresarán en esa lengua y se manifestarán españoles sin ambages en 2018. Estos legisladores de Cs, que a ellos nos referimos, a su vez presionarán, ya han presionado, al PP y al PSC para ser más explícitos y desembarazarse de complejos, respectivamente, con respecto a su hispanidad, si es que no quieren seguir perdiendo sufragios en favor de la opción naranja. Por otro lado, los números son ahora suficientes para empezar a cuestionar el monolingüismo de la Generalitat e inclusive la inmersión lingüística desde las comisiones de la Cámara. No se ganará ninguno de esos combates --el rodillo separatista no tendrá ninguna piedad en aplastar cada iniciativa en ese sentido--, pero la cuestión empezará a estar sobre el tapete, y, más importante aún, perderá su condición de tabú, primer paso hacia la aceptación de la realidad de una Cataluña genuinamente bilingüe. 
  5. Todo el mundo, desde los partidos hasta el pueblo, ha avalado el 155 con su participación entusiasta en las elecciones. De hecho, se da la singularidad de que los comicios de mayor participación de la historia autonómica de Cataluña han sido convocados por Mariano Rajoy. Esto es importante para legitimar esta aplicación del 155 pero, sobre todo, de cara a posibles futuras implementaciones de este artículo. El principismo a ultranza (que habría sido representado, en este caso, por la decisión de boicotear las elecciones) es otra opción de la cual el separatismo se ha autoexcluido, y no resultaría creíble en el futuro bajo condiciones similares.
El 2018 comienza, así, con un cúmulo de incertidumbres, sí, pero sin la espada de Damocles que pendía sobre la cabeza de Cataluña al iniciarse el 2017. El intento de una minoría del país de proclamar un Estado que no tiene sustento legal ni social fue detenido por la acción decidida del Gobierno central y, no menos importante, por la movilización de la parte de la sociedad catalana que se opone a ese tipo de irresponsables proclamaciones. De las elecciones del 21-D surgirá un gobierno inconveniente para la economía de Cataluña y España, capitaneado por actores muy parecidos a los que ya se cargaron oportunidades históricas como la de la radicación de la Agencia Europea del Medicamento. Pero lo que no surgirá es un gobierno que pueda reunir al Parlament y votar una declaración fallida, otra más, de independencia de Cataluña. Y eso es una buena noticia.

14 comentarios:

  1. Excelente post. Enhorabuena por dar el paso, y gracias por la visión optimista, que muchos agradecemos... y compartimos: el vaso está medio lleno!

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    1. Gracias, Juan. Creo que lo peor que podía pasar en este ciclo ya pasó. El problema es que más adelante habrá nuevos ciclos, pero por suerte ya no nos van a sorprender con la guardia baja. La cantidad de anticuerpos que desarrollamos los constitucionalistas en 2017 es notable y alentadora.

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  2. Enhorabuena, Abraham. Me lo añado a favoritos.

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    1. Gracias, amigo. Nos seguimos viendo en Cita Falsa... y en otros sitios donde te veo muy activo, pero yo no participo.

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  3. Felicidades por el blog. Buen análisis de los resultados electorales.
    Pedro de Badalona (Tabarnia)

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    1. La heroica Badalona. Recuerdo cuando Puigdi fue a inaugurar no me acuerdo qué y lo silbaron estruendosamente. El Muy Honorable no entendía nada. Acostumbrado a la zona de confort de Vic, Manresa o Igualada, esta otra "Cataluña real" lo sorprendió con la guardia baja. Ojalá sigan así, defendiendo a Tabarnia de los colons, ¡collons!

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  4. Felicidades por el Blog, Abraham.
    Excelente análisis. Importantísimos los puntos 4 y 5: la “insumisión constitucionalista” ya es imparable desde Octubre-17, y el 155 ya no es el apocalipsis (Ahí está para aplicarse cuando sea necesario).
    Comparto tu optimismo, sobre todo a futuro. Mi visión con cierta carga negativa (sobre el resultado de las elecciones) venia dada por un par de expectativas positivas que tengo en el momento en que Rajoy hace la convocatoria electoral:
    1) Boicot cupero, aunque enseguida vimos que tragan con todo (actualmente son algo así como las juventudes de J x C)
    2) Que una parte de aquellos denominados “antiguos votantes moderados de Convergencia” se quedasen en casa, una vez habían constatado, con sus propios ojos, el tremendo daño económico que la culminación del procés producía. Bien, ese perfil, o ha dejado de existir o es ciego.
    Superado este impacto 😁😁, seguimos con muchas ganas.

    KASFEL

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    1. Después de leer unos cuantos miles de tuits y centenares de análisis he redondeado una conclusión, que no puedo probar concluyentemente de un modo científico. Parece loco, pero creo que algunos exvotantes convergentes sí recapacitaron y cambiaron su voto a Cs. Creo que son aquellos que ahora empiezan a percibir que a su tienda o emprendimiento la inestabilidad unilateral no les está sentando bien. Es curioso que el sitio donde más disminuyó el voto separatista fue... Sant Cugat, uno de sus bastiones en el 2015. Como que les cayó la ficha y dejaron de experimentar con un juguete que se está empezando a ver que puede causar heridas, algunas difíciles de cerrar.

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  5. Saludo y enhorabuena por el nuevo blog.
    Cualquier aportación es buena y necesaria, además, coincido con lo que comentas en esta primera entrada. A los no nacionalistas nos ha faltado capacidad para imponer una lectura distinta de los hechos y hemos ido, demasiadas veces, a remolque de los separatistas.

    Un abrazo y adelante.

    Quirze de Montpalau

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    1. Gracias, Quirze. Este es un buen momento histórico para que se multipliquen los recursos constitucionalistas.

      La próxima entrada tendrá una cierta relación con lo que alguna vez comentaste: tus 8 apellidos catalanes.

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  6. Mucha Suerte con este nuevo blog!

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    1. Gracias. Espero decir alguna cosa original, y si no puedo al menos no aburrir del todo.

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  7. También soy optimista con el 21_D.

    Pero hay q ir al núcleo. PP y PSOE deben dejar de hacer de tontos útiles, controlar las subvenciones, escuelas y espacios públicos. C's puede marcar el camino.
    De Podemos no espero nada positivo.

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  8. Abraham: mis felicitaciones por animarte a poner en marcha este nuevo blog, y en concreto por la entrada inaugural. Comparto completamente tu visión, realista y con elementos para un moderado optimismo. Obviamente no vamos a tener solución al problema separatista en breve, pero no hay que desanimarse, todo lo contrario. Añadiría como razones para un contenido optimismo dos:
    1) el desánimo cunde entre el separatismo, aunque no hayan cambiado el signo de su voto es muy obvio que ya no hay ni la ilusión ni el convencimiento con el que han contado en sus filas durante los últimos años
    2) la (re)entrada con fuerza de Tabarnia. Desde un punto de vista racional debemos estar tan en contra de los argumentos que puedan esgrimirse en favor de Tabarnia como de los pro-independencia, porque son igualmente falaces, infundados, insolidarios, ..., pero su utilidad tanto para contraargumentar al separatismo como para constituirse en arma de contraataque es innegable.

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