jueves, 15 de febrero de 2018

Algunas verdades incómodas sobre la inmersión lingüística

Hoy trascendió que el Gobierno central, en ejercicio de sus funciones ejecutivas en Cataluña al amparo del artículo 155, planea establecer una casilla en el formulario de inscripción de niños a las escuelas para que los padres indiquen si quieren escolarizar a sus hijos en catalán o en castellano. Esto implicaría acabar de facto con la inmersión lingüística obligatoria, que es el sistema que hoy rige en la comunidad autónoma.

Las reacciones del separatismo no se hicieron esperar. Algunas contenían el habitual despliegue de hispanofobia, pero otras denotaban una genuina preocupación, como en este tuit del diputado al Congreso Gabriel Rufián, de ERC, él mismo castellanohablante:


Hay que valorar la diferencia entre una reacción irracional y este tuit. Rufián ofrece un argumento para rechazar el proyecto del Gobierno, y me parece importante examinarlo.

Existe un amplio consenso entre los lingüistas en el sentido de que la escolarización en lengua materna es el procedimiento óptimo para desarrollar plenamente el potencial de aprendizaje de un niño. De hecho es lo que recomienda la UNESCO, apoyada en numerosos trabajos académicos, tales como:


 De hecho, cuando en el Congreso de los Diputados se debatía, allá por 1978, la cooficialidad de las lenguas locales de las distintas comunidades autónomas, Ramon Trias Fargas, en nombre del grupo entonces llamado Minoria Catalana, defendió la educación en catalán para los niños catalanoparlantes en los siguientes términos:

[Hay] un principio pedagógico universalmente reconocido que es que la enseñanza, sobre todo la primera enseñanza, pero en general la enseñanza, en la lengua materna, es un postulado insoslayable. Es necesario sicológicamente, pedagógicamente, que los niños, que los jóvenes se enfrenten con los primeros conocimientos de la vida, con los primeros razonamientos, con el primer uso de la inteligencia en su lengua materna.

De modo que parecería lógico que, en un entorno donde ello sea posible, todos los padres pudieran optar por que sus hijos fueran educados en la lengua que hablan en casa. Ahora bien, ¿existe esto realmente como un derecho? La gran falacia del independentismo ha sido repetir, por activa y por pasiva, que ese derecho no existe, hasta llegar a criminalizar a quienes osen reclamarlo. Así, una exconsellera de Educación, Meritxell Ruiz, declaraba al diario ARA:

Amb l’ operació diàleg començada, quan vam demanar que suspenguessin els 6.000 euros per estudiar en castellà, la resposta va ser no. Però com s’ha vist amb la sentència del Tribunal Superior de Justícia de Madrid, ho tenim ben argumentat: no existeix el dret de triar la llengua. Ara, més que els 6.000 euros, el que em preocupa més és l’ambient que s’ha creat de carregar-se l’escola de Catalunya.

En tanto que Irene Rigau, otra antigua titular del área, manifestaba a La Vanguardia:

Quiero recordar que no hay ninguna sentencia que reconozca el derecho a elegir la lengua de la enseñanza. Este derecho no existe, pero se ha creado un imaginario sobre el que es el que conforman nuevas realidades políticas.

Ambas mintieron como bellacas (de existir este femenino). El derecho a decidir la lengua de escolarización de los hijos existe no ya en algún oscuro documento internacional sino en la propia Ley de Política Lingüística de Cataluña de 1998, que en su artículo 21, párrafo 2, establece:

Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea ésta el catalán o el castellano. La Administración ha de garantizar este derecho y poner los medios necesarios para hacerlo efectivo. Los padres o tutores lo pueden ejercer en nombre de sus hijos instando a que se aplique.

De modo que tanto el sentido común como los trabajos académicos como la legislación apuntalan el derecho de los padres castellanohablantes a requerir que las primeras letras les sean impartidas a sus hijos en castellano. Pero si se les enseña en catalán, ¿tendrá eso un efecto positivo para la lengua catalana? La lingüista Carme Junyent, autora de Vida i mort de les llengües, se permitía dudarlo en una entrevista para VilaWeb:

En ple franquisme es parlava molt més català que no ara, no? Quan tens la política en contra resulta que la llengua va fent... Quan en teoria tens la política a favor resulta que la llengua recula. Aquesta paradoxa ens hauria de fer rumiar molt. Segurament necessitem els polítics perquè dinamitzin la societat, però jo crec que les coses que vénen des de dalt, en qüestions de llengua, generen rebuig.

Esta sensación de que se hablaba más catalán cuando estaba prohibido que ahora que es obligatorio, que muchas personas que vivieron ambas épocas confirman, parecería refutar aun el argumento utilitario de que la inmersión es un remedio para la supuesta situación precaria de la lengua catalana.

---o---

Y sin embargo, lo más criticable del tuit de Rufián no tiene que ver con las razones expuestas arriba.

Lo más criticable de ese tuit es la idea implícita de que los derechos educativos de una persona dependen del número de personas que hablen su idioma. La noción de que los niños castellanoparlantes de Cataluña, por el hecho de hablar una lengua "fuerte", tienen alguna particular obligación de asegurar la supervivencia del idioma de otros, y de que en función de eso tienen que renunciar a lo que psicólogos, pedagogos y lingüistas coinciden en recomendar: la educación en su idioma materno.

Es necesario que la comunidad de habla castellana de Cataluña reaccione contra este concepto perverso de que la educación está para salvar lenguas y no para asegurar el derecho individual de cada alumno a desarrollar al máximo su potencial de aprendizaje. Y es necesario que a ellos se unan los catalanoparlantes esclarecidos que comprendan que, como dice Junyent, con la coerción no se va a conseguir que se hable más su idioma.

8 comentarios:

  1. Gracias Abraham,
    Totalmente de acuerdo, me has dado argumentos para rebatir la tan manida y falasaria frase "la inmersión lingüística, un modelo de éxito".

    ResponderEliminar
  2. Unos comentarios al post: aunque en lo esencial estoy muy de acuerdo con tu visión, Abraham, voy a discrepar ligeramente desde un punto de vista "sociológico" (pongo comillas porque ni por formación ni por dedicación me puedo considerar conocedor de la disciplina sociológica formal; si me atrevo a hablar es en la humilde condición de "observer of human nature" como dice Pickwick, el personaje de Dickens, cuando le preguntan si es filósofo).

    Mi argumento es que la inmersión lingüística que se lleva años aplicando en Cataluña es un sistema mayoritariamente aceptado por la sociedad, y no impuesto desde el Govern. Que eso sea un reflejo o no de una cierta patología social (anestesiada tras años de vivir en un supuesto "oasis"), es algo que prefiero no valorar ahora. Pero en mi opinión si los votantes de partidos constitucionalistas estuvieran en desacuerdo y en contra del modelo, sería muy difícil, por no decir imposible, mantenerlo. En cambio, si después de aplicarse tantos años no se ha materializado una contestación significativa, es porque la sociedad no sólo tolera el modelo actual, sino que desea mantenerlo así, de una forma activa y militante (los secesionistas), o de una forma pasiva (imagino que muchos votantes de partidos respetuosos con la legalidad). En esa línea, la constante apelación a que "no hay un problema con la lengua" es en la práctica una realidad: no lo hay, por más que se incumplan sentencias y se vulneren algunos derechos de individuos que desearían otro sistema, la sociedad en general no ve esos casos como algo problemático, y prefiere centrar sus energías en otros asuntos. Insisto en que no entro si eso es patológico, o simplemente revelador de una sociedad permisiva para ciertas incoherencias.

    ¿Por qué se da este fenómeno? Mi opinión (repito que de aficionado) es que la población castellano-hablante percibe la inmersión como un beneficio para la educación de sus hijos (sin ser exhaustivo, por ejemplo por permitirles mimetizarse mejor con la "otra mitad" de la población, los catalano-parlantes, sin sufrir el estigma que tal vez ellos sí sienten por "no hablar bien" ese segundo idioma... que es el "preferido" de las autoridades y por tanto se ve como de mayor prestigio).
    Es posible que los estudios académicos en efecto avalen el valor de recibir las primeras letras en el idioma materno... pero los padres castellano-hablantes de niños catalanes no perciben que no hacer eso perjudique mucho a sus hijos, y en cambio creen que escolarizarlos en el modelo de inmersión en catalán les ayudará en el futuro.
    Puedo estar equivocado, pero mi experiencia abunda en micropercepciones que avalan una tesis en esta línea.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una observación muy interesante, presión indirecta por parte de la administración catalana (que por ningunear al castellano, no dispone ni de impresos en castellano en la mayoría de sus centros de atención al ciudadano). Me ha gustado. Precisamente en El Periódico se escribió un artículo de opinión bastante significativo al respecto: https://www.elperiodico.com/es/opinion/20170305/tabu-inmersion-linguistica-escuela-catalunya-5877862 Con todas las precauciones que nos merece cualquier encuesta, podría ser otra más de las imposiciones que hemos vivido. El legítimo deseo de los padres de que sus hijos sean plenamente competentes en catalán ha sido aprovechado por los políticos nacionalistas para excluir el castellano de la enseñanza. Además, el efecto en la falta de competencia en castellano no es evidente hasta que los estudiantes han pasado unos cuantos años inmersos en el sistema.

      Es significativo que en el grupo de mayor poder adquisitivo suele enviar a sus hijos a escuelas que no cumplen el modelo de inmersión. Tenemos el liceo francés, liceo italiano, escuela suiza, liceo alemán y diversas escuelas en inglés, o incluso los jesuitas (modelo 1/3 en castellano, catalán e inglés). Entre nosotros, el modelo de los jesuitas es, sobre el papel, el que me resulta más atractivo.

      Eliminar
    2. Gracias por tus reflexiones. En realidad, estoy de acuerdo con lo que observás. Si te fijás bien, yo en ningún momento digo que la inmersión sea rechazada por la sociedad. Otra cosa es que el sistema sea lo mejor para dicha sociedad. Yo entiendo que no (aunque no era eso lo que intentaba demostrar en este artículo; sólo trataba de rebatir la noción de que la inmersión se justifica porque con ella se salva el catalán), pero no sería la primera vez que una sociedad apoya modelos que la terminan perjudicando. El ejemplo más claro, y que saltó a las portadas nuevamente estos días, es la libre compra y tenencia de armas en Estados Unidos, apoyada activamente por la Asociación Nacional del Rifle y pasivamente por el resto de la población (aun por aquellas personas que no poseen armas), siendo los que se oponen y realmente hacen algo una pequeña minoría. Las contundentes cifras de matanzas masivas (y no masivas; el índice de homicidios en EEUU quintuplica al de cualquier otra democracia industrializada) demuestran la atrocidad del sistema, pero el pueblo lo apoya y aun se enorgullece de él. Se podría decir, también en este caso, que existe un amplio consenso y que no existe realmente un conflicto social sobre el tema. Es lo que se logra cuando una sociedad ha sido adecuadamente manipulada (en este caso, convenciéndola de que disfrutan de una libertad que compensa las masacres).

      En el caso de la inmersión también existen desventajas, pero no son tan obvias, y detectarlas requiere un análisis que el ciudadano medio no suele tener tiempo (ni herramientas) para abordar. En el caso de los castellanoparlantes, el rendimiento escolar es menor que el de sus compañeros catalanoparlantes en todos los segmentos de la escala socioeconómica. Esto es difícil de percibir, frente a las ventajas evidentes de aprender el catalán y quedar en igualdad de condiciones con el segmento privilegiado de la sociedad. Por lo tanto, nadie se va a preguntar si no existirían otras maneras (que es mi tesis) de implementar la enseñanza del catalán para todos que no impliquen la supresión de la lengua materna como vehicular para las primeras letras. Por otro lado, los hablantes de catalán, no en el área metropolitana pero sí en las comarcas del interior, también se ven perjudicados, y en este caso de manera bien visible, ya que no aprenden el castellano con soltura. Lo que los lleva a apoyar el modelo es por un lado la comodidad (estudian toda la vida en la misma lengua que hablan en casa) y por otro lado el sentimiento de orgullo y superioridad que les instila la ideología subyacente de que lo válido es lo suyo y lo están pudiendo imponer a los demás. Los seres humanos somos débiles, y siempre es una satisfacción ver que el grupo de uno es el que manda y ordena y los demás se tienen que acomodar a eso. Cierto que hay situaciones en que la verdad estalla crudamente (como ocurrió con el bochorno que pasó Marta Rovira al no poder sostener un debate en castellano con Inés Arrimadas), pero en esos casos siempre se puede recurrir a algún mecanismo de negación.

      En resumen, existe un intrincado juego de complejos de inferioridad y superioridad que lleva a un consenso sobre un sistema que, con los datos objetivos en la mano, no le conviene a nadie.

      Eliminar
    3. Gracias Killerman y Abraham por vuestras respuestas al comentario. Me parece que en lo esencial del diagnóstico todos vemos lo mismo, con matices razonables. Esta forma de acercarnos a lo que puede ser un problema oculto por la "aceptación tácita" de la mayoría (me parece muy relevante y oportuna la comparativa que estableces con el caso de USA y las armas de fuego) es algo que por desgracia no abunda en el debate público, donde lo que se acaba imponiendo son las posiciones irreconciliables de defensa a ultranza, o de ataque frontal sin matizaciones.

      Un ejemplo de la argumentación que yo apuntaba lo tenéis hoy en este artículo de Crónica Global (medio no precisamente sospechoso de sectarismo):

      https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/155-contra-ascensor-castellanohablante_121922_102.html

      El deseo de los padres de que sus hijos no sufran discriminación por no dominar una lengua determinada (y que no olvidemos se asocia con la clase dirigente local) se puede entender como una forma blanda de síndrome de Estocolmo. En otras palabras: prefieren que tengan acceso desde el principio al "ascensor" social, sin plantearse que el ascensor puede ser la forma sutil (o descarada) con que unos gobernantes sectarios buscan otro objetivo diferente a largo plazo... que es lo que parece derivarse de su falta de flexibilidad para ni siquiera plantearse aceptar un debate sereno cuando surge el tema.
      Lo realmente sorprendente es que se ha diseñado y se ha puesto en práctica un modelo educativo cuestionable (incumpliendo además su propia legislación y las sentencias que haga falta) desde dentro del propio sistema. Y lo ha implementado además una administración regional desleal hasta la médula con el Estado que la sostiene. La permisividad del Estado español ha sido (y sigue siendo) increíble, y puede rozar la dejación de funciones. Con excepciones mínimas de parte de la inspección educativa, el mantenimiento de la paz social en el oasis ha servido de coartada perfecta para que nada haya cambiado, y para que cualquier intento de reconducir el asunto (como la más que razonable propuesta de 1/3+1/3+1/3 de catalán+español+inglés) sean inmediatamente calificadas como intolerable agresión al catalán.
      Sinceramente, soy pesimista: sin contestación social (que no hay), y sin posibilidades de plantear un debate sereno, el Govern de turno volverá a mantener las cosas como están, a la espera de tiempos más propicios para sus planes uniformadores y secesionistas.

      Eliminar
  3. Acabo de encontrar esta frase en una entrevista a Mercé Vilarrubias, que va en la misma línea que hemos estado comentando:

    "Cuando uno evita dar la enseñanza en otra lengua, el objetivo va más allá de temas puramente lingüísticos. Cuando ves este comportamiento tan raro y contrario a la lógica entiendes que el objetivo es otro, aunque lo embellezcan con la cuestión social, digan que es para no segregar o para dar a todas las mismas oportunidades"

    El enlace a la noticia:
    https://politica.elpais.com/politica/2018/02/17/actualidad/1518895233_920813.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy interesante, Juan. Algo se está moviendo cuando una catedrática se atreve a manifestar públicamente una opinión contraria a a lo socialmente aceptado. Por cierto, de nuevo en Crónica Global, https://cronicaglobal.elespanol.com/politica/los-catalanes-rechazan-la-inmersion-lingueistica-obligatoria-en-catalan_25337_102.html Una encuesta hecha por encargo de SCC que muestra que hay preferencias por otro sistema de enseñanza. Naturalmente, con todas las reservas que merece una encuesta encargada por una determinada asociación que además, obtiene resultados que refuerzan su postura.

      Eliminar