martes, 12 de febrero de 2019

La piedra angular para debatir con el separatismo

Es obvio que al separatismo no se lo va a derrotar mediante el debate. Sería como tratar de vencer por esa vía al catolicismo, a la astrología o a los creyentes en la Tierra plana. Cuando una idea se basa en emociones y corazonadas y no en la racionalidad, poco se puede hacer desde el terreno de la dialéctica para hacer reflexionar a sus partidarios.

Dicho eso, creo que es útil hacer sentir a los independentistas una cierta incomodidad cuando se discute el tema de la secesión de Cataluña. Si se los coloca en la posición de pensar para sí mismos "caramba, este imbécil no ve la luz ni percibe la verdad evidente de que la independencia es la panacea; pero al mismo tiempo no me doy cuenta de cómo refutarlo", se conseguirá desalentarlos y, quizá, que desplieguen menos ardor en su proselitismo.

Pero ¿cómo lograrlo? Ellos tienen excelentes escuelas de adoctrinamiento (el propio sistema educativo, sin ir más lejos; o TV3) que les proveen de recetas para debatir. Saben cómo manipular y dar vuelta los argumentos razonables. Un ejemplo es este frustrante intercambio que cualquier constitucionalista habrá mantenido en la mesa familiar, en el tren o en Twitter:

—La independencia es imposible porque sus partidarios nunca sumaron más del 50% de los votos.
—No lo sabemos. Entre los comunes y aun entre los socialistas hay muchos independentistas. ¿Por qué no hacemos un referéndum y salimos de dudas?

Pero existe una manera de evitar esta manipulación del debate.

La clave, la piedra angular para debatir con el separatismo, es ponerlos a ellos en la situación de tener que demostrar que son mayoría. La carga de la prueba debe recaer sobre ellos. Y aunque con diferentes variantes, siempre es posible orientar el debate hacia ese punto, porque toda la argumentación separatista contiene, aunque esté bien oculta, la petición de principio de que el independentismo es mayoría. No debemos enredarnos en otras discusiones. Si disciplinadamente llevamos el debate a ese punto, tenemos asegurada la victoria, porque podemos señalar que el separatismo nunca superó el 50%.

Por supuesto que esto requiere identificar en qué paso de la argumentación separatista está oculta dicha petición de principio. Van abajo unos pocos ejemplos en forma de diálogo, cada uno de los cuales comienza con alguno de los argumentos habituales del separatismo.

Ejemplo 1: el derecho a la autodeterminación

—A Cataluña se le está negando el derecho a la autodeterminación, que está recogido en la resolución número tal de la ONU.
—Después debatimos si la autodeterminación es efectivamente un derecho, pero vamos a algo más primordial: ¿usted me está diciendo que Cataluña no se está autodeterminando en este momento?
—Es evidente que no, desde el momento en que más de dos millones de personas quieren irse de España.
—Dos millones es mucho, pero si un número aún mayor de catalanes estuviera satisfecho dentro de España Cataluña sí se estaría autodeterminando. Sólo podríamos decir que Cataluña no está ejerciendo el derecho a la autodeterminación si los que quieren marcharse fueran mayoría.
—¿Y por qué no hacemos un referéndum para salir de dudas?
—No, no. Usted fue el que dijo que Cataluña no se está autodeterminando, así que le toca a usted demostrar que los que quieren irse de España son mayoría. Si no puede demostrarlo, no hable de derechos denegados.
—Pero ¿qué manera habría de demostrarlo, si no es mediante un referéndum?
—Por ejemplo, si los partidos independentistas superaran el 50% del censo habría una sospecha fundada de que se está denegando ese supuesto derecho. ¿Ocurrió hasta ahora?
—Buena parte de los comunes son independentistas.
—Pero no votan un partido independentista. Las mayorías se demuestran con votos efectivos hacia una idea, no con especulaciones sobre los votantes de otras ideas.

Ejemplo 2: la necesidad de un referéndum

—Canadá y el Reino Unido resolvieron este tema de manera civilizada: mediante un referéndum.
—Pero los referéndums hay que hacerlos cuando hay una necesidad. ¿Cuál es la necesidad de un referéndum ahora?
—Un 80% de los catalanes exigen un referéndum. Podremos estar divididos en cuanto a la independencia en sí, pero nos une el querer decidir nuestro futuro por esa vía.
—Pero esa cifra es una encuesta del diario Ara. Las encuestas de El Periódico y de Cadena SER dieron guarismos distintos, en torno al 48%, cuando en vez de una pregunta binaria se daban varias opciones. Por otro lado, nunca hubo una manifestación en la calle en que se viera a ciudadanos no independentistas exigiendo un referéndum. ¿A quién creerle?
—Pero entre sí al referéndum y no al referéndum, gana el sí por 80%.
—Sin embargo, cuando tuvieron oportunidad de demostrar esa ansiedad por un referéndum con un acto concreto, como fue asistir al 9N o al 1O, menos de la mitad de los catalanes fueron a votar.
—Es que si el referéndum fuera de verdad...
—Sigue usted sin demostrarme por qué es necesario ese referéndum de verdad. Los referéndums no se convocan por las dudas, sino cuando hay una necesidad comprobable e inequívoca.

Ejemplo 3: el Estado no hace ninguna oferta

—Se podría resolver esto mediante la negociación, pero el Estado no ha hecho ninguna oferta. Se ha demostrado totalmente insensible a las reivindicaciones del independentismo y se ha enrocado en una negativa total a negociar.
—Pero es que así como hay algunos catalanes que quieren que el Estado haga una oferta, también hay otros que no desean tal cosa, como se demostró el 8O y el 29O, y el Estado no tiene derecho a pasar por encima de estos últimos negociando algo que va a ir contra sus intereses.
—Hay más gente que quiere que el Estado haga una oferta. Las manifestaciones independentistas han sido muchísimas más y más numerosas que las del unionismo.
—Las manifestaciones sirven para constatar la existencia de ambas posiciones en la sociedad. Que unas sean más numerosas que otras puede tener que ver con una mayor capacidad organizativa; pero eso no significa per se que representen a una mayoría de la sociedad.
—¿Y si hacemos un referéndum para salir de dudas?
—No, no; usted es el que está reclamando que el Estado haga ofertas; por lo tanto le toca a usted demostrar que los que quieren una oferta del Estado son más que los que no quieren que el Estado ofrezca nada.

La cuestión está, como se ve, en mantener el tipo y pedir evidencias positivas de que las exigencias separatistas cuentan con el suficiente respaldo social.

El Estado, de una manera intuitiva, ha sabido mantener el tipo. Lo que no ha sabido es explicarlo y comunicarlo de una manera contundente. En los debates, jamás se ha puesto al separatismo contra las cuerdas, reclamándole que justifique sus exigencias maximalistas con datos concretos respecto al verdadero apoyo que tiene en la sociedad. Pero lo que no hace el Estado sí lo podemos hacer los constitucionalistas de a pie en el ámbito familiar, de trabajo o en Internet. Simplemente basta con exigir a los separatistas pruebas concretas de lo que implícitamente afirman tener pero, con los datos en la mano, no tienen: una mayoría social.

5 comentarios:

  1. Es un método inteligente, puede servir para una discusión en que ambas partes respeten un mínimo de coherencia con la realidad objetiva. Pero aquí se trata de discutir con gente dispuesta a afirmar que dos es más que tres. Aprovecharé para ensayar los argumentos en la primera ocasión que tenga, hemos estado en silencio demasiado tiempo.

    ¡Gracias!

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  2. Gracias por tus esfuerzos aunque yo también creo que intentar razonar con el separatista medio es bastante inutii. No obstante, opino que es esencial mostrar claramente que se está en contra de esos ideales y hacerlo de forma taxativa, sin medias tintas. Sin equidistancia. Durante mucho tiempo hemos callado y eso les ha hecho pensar que eran mayoría. Incluso gente no separatista ha tenido dudas. Estar solo, aunque solo sea en ideales es muy duro.
    Es mi experiencia personal que una vez se rompe el hielo y se sale del armario, se abre el camino para que otros lo hagan también.

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  3. A pesar de tus buenas intenciones, sigues proponiendo un debate. Y para desarrollarlo, es imprescindible el uso de la lógica, el orden conceptual, la hilación argumental, las atribuciones causales y muchas otras cosas más propias del pensamiento ordenado. Es decir, seguimos en punto muerto.

    Tu estrategia de poner la carga de la prueba del lado correcto sigue siendo tratar de llenar de agua un saco de estera.

    El indepe promedio no tiene el menor problema en redefinir cuantas veces sea necesario el objeto de discusión o sus atribuciones. Ni siquiera porque sea muy hábil en el uso de la dialéctica discursiva o muy cínico; es simplemente porque su ecosistema se maneja de esa forma.

    En el caso específico de tu post, todo el razonamiento de mayorías se invalida mediante una petición de principio: la definción de "catalán" de un independentista no se corresponde con la de "ciudadanía catalana" que es la que tú (y cualquier persona racional) asumes como válida. Para ellos, la definición de "catalán" es un argumento circular que parte de que para serlo debes ser independentista. Si no lo eres, no eres catalán, de modo que cualquier estadística que involucre a los catalanes sólo admite resultados en torno al 100%.
    En el butifarréndum hubo un 91% de votos a favor de la independencia, y para ellos eso es definitivo, por la sencilla razón de que quién no votó -descontando quienes no hayan podido- es porque no es catalán, es decir es "español", "colono", "invasor" o lo que se te ocurra. La conclusión es sencilla: el 91% de los catalanes son independentistas, y eso es una mayoría abrumadora.

    No puedes hacer estadísticas con quien define que "catalán" es el que vota independencia, para ello es necesario establecer que catalán es toda la ciudadanía de Cataluña, y eso es una definición inválida en su concepto a-jurídico de pueblo.

    Se agradece, pero no deja de ser otro intento más de tratar de razonar con tierraplanistas. Una de las características del pensamiento mágico/irracional es que posee unos cortafuegos impenetrables a la razón.

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  4. Agradezco todos los comentarios, que van más o menos en la misma línea: no tiene sentido debatir con alguien impermeable a la lógica.

    No estoy tan seguro. Es cierto: convencerlos, no los vamos a convencer. Pero queramos o no, los debates se producen, y si en esos debates los derrotamos (no en el sentido de hacerles cambiar sus convicciones, sino en el de que no puedan responder a nuestros argumentos), conseguiremos algo igualmente importante: desalentarlos y desmovilizarlos. Recordemos, en ese sentido, que cuando Marta Rovira fue vapuleada por Inés Arrimadas en un debate televisivo (no porque la referente naranja desplegara una dialéctica imbatible, sino por la infantilidad patente de la argumentación de la republicana, sumada a su falta de dominio del castellano), en los días siguientes se la vio de capa caída y no pudo remontar su pérdida de imagen en el resto de la campaña. Estoy convencido de que un separatista derrotado contundentemente en un debate tiene menos chances de intentar hacer proselitismo con gente indecisa, o de participar en manifestaciones indepes, que alguien cuyo ego está inflado por sus victorias en las discusiones.

    Por otro lado, creo que es importante exigir pruebas de que Cataluña no está autodeterminándose antes de empezar a debatir si tiene o no ese derecho. Este ángulo es novedoso, y me parece que sería útil no sólo para nosotros, los ciudadanos de a pie, sino también para Carmen Calvo o Josep Borrell Fontelles. Poner argumentalmente al separatismo contra las cuerdas, eso es algo que no se ha hecho y propongo que se haga. Para desmotivarlos, no para convencerlos.

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    1. Sí, en todo de acuerdo con tu apreciación. Pero vamos, estamos hablando de una especie de guerra de desgaste y de desmoralización, que no está mal, pero no es estrictamente argumentativa.

      De todos modos, si es una forma de batalla de fondo, bienvenida sea; pero es como una lluvia fina, a largo plazo. Estrategia que por otra parte es la única posible ante los cortafuegos mentales: un día, de repente, alguno se dará cuenta de lo que ha pasado.

      Respecto a si existe autodeterminación actual, creo que ningún independentista admitirá que tal cosa exista.

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